Coleccionista clásico.
Los coleccionistas privados representan aproximadamente casi dos terceras partes de las compras de arte contemporáneo en sala. Una gran mayoría prefiere recurrir a otros coleccionistas, a marchantes o especialistas y consultores de arte a la hora de tomar la decisión final de adquisición de una obra. La mayoría de estos coleccionistas suelen ser personas con algún tipo de estudio profesional, en su mayoría no relacionado con el arte, que cuentan con una educación artística autodidacta. También lo podemos denominar y clasificar como un gran amante del arte, que dedica mucho tiempo a formarse en la materia. No se trata simplemente de comprar arte, ya que su finalidad es aportar sentido y coherencia a su colección. Podríamos decir que el coleccionista clásico es aquel que engloba de manera muy general a todo aquel que adquiere arte con regularidad.
El coleccionista icono.
Los coleccionistas iconos no son solo compradores de arte, sino que se basan en la cultura para adquirir una obra de arte. Crean un estatus social a través de las obras que compran, ya que la intención final de la compra es mostrar poder adquisitivo a través de su nivel cultural.
Por esta razón es por lo que el coleccionista icono es el perfil más adecuado para las casas de subastas, por el hecho de que, al ser públicas y poseen una gran repercusión mediática, la asistencia de este tipo de coleccionistas, benefician de manera exponencial a la casa, aumentando el prestigio de la misma.
Coleccionistas buscadores de belleza.
El factor económico es sin duda uno de los menos relevantes para este tipo de coleccionistas. Este tipo de coleccionistas buscan en las obras que adquieren mucho más que la mera posesión de un cuadro. Buscan un disfrute que trasciende la esfera personal y alcanza lo público.
Una de las mayores coleccionistas buscadoras de belleza, Patricia Phelps comenta: “Hablar de la colección es hablar de mí misma, el arte nos permite conocer el mundo y a nosotros mismos en lo más íntimo y lo real. El coleccionismo implica rigor y compromiso. Al privilegio de convivir con las piezas que coleccionas, se suma la responsabilidad de preservarlas y también la necesidad de compartirlas con otros. Pienso que el fundamento de una colección, al margen de la satisfacción personal que pueda proporcionar, es el de hacer partícipe a los demás”.
El coleccionista inversor
Al ser el mercado del arte uno de los mercados más globalizados, permite una alta diversificación de inversión debido a la infinidad de sectores y subsectores que van evolucionando.
Los inversionistas buscan activos con un equilibrio adecuado entre riesgo y rentabilidad, caso que cumple el sector del arte, ya que el valor de las obras de arte asentadas en el mercado suele aumentar con el paso del tiempo. El arte es, sin duda alguna, a largo plazo una buena inversión. Aun así, todos los compradores coinciden en que la compra de arte como inversión no ha sido nunca una prioridad, pero a la vez, la gran mayoría afirma haber vendido obras de arte entre el 5 y el 10 % más del valor original de compra.
Por ello, en los últimos años se ha desarrollado la figura del coleccionista inversor, que podríamos definir como aquel que pone como meta principal del coleccionismo el posterior beneficio económico que este implica.
Aun así, este tipo de compradores no pueden dejar de lado el valor emocional, y cultural, ya que este valor emocional se hace muy potente en las subastas, porque, para los inversores con una gran capacidad adquisitiva, el significado de un cuadro y su posesión inmediata, son más importantes que el dinero.
Como habéis podido leer a lo largo del artículo, hay diferentes tipos de compradores de arte, algunos se caracterizan por su pasión por el arte; otros por su interés en realizar una buena inversión o por comprar un estatus social. Cada cual adaptado a un tipo de compra-venta de arte distinta, tema a tratar en futuros blogs.
